miércoles, 17 de septiembre de 2014

CIENCIA Y SENTIDO COMÚN



Tanto el sano sentido común como la ciencia aspiran a ser racionales y objetivos: son críticos y aspiran a coherencia (racionalidad), e intentan adaptarse a los hechos en vez de permitirse especulaciones sin control (objetividad). Pero el ideal de racionalidad, a saber, la sistematización coherente de enunciados fundados y contrastables, se consigue mediante teorías, y éstas son el núcleo de la ciencia, más que del conocimiento común, simple acumulación de piezas de información laxamente vinculadas. Y el ideal de la objetividad, la construcción de imágenes de la realidad que sean verdaderas e impersonales, no puede realizarse más que rebasando los estrechos límites de la vida cotidiana y de la experiencia privada, abandonando el punto de vista antropocéntrico, formulando la hipótesis de la existencia de objetos físicos más allá de nuestras pobres y caóticas impresiones, y contrastando tales supuestos por medio de la experiencia intersubjetiva (transpersonal) planeada e interpretada con la ayuda de teorías1.

El sentido común no puede conseguir más que una objetividad limitada porque está demasiado estrechamente vinculado a la percepción y a la acción, y cuando las rebasa lo hace a menudo en la forma de mitos.

Los enunciados científicos, igual que los de la experiencia común, son opiniones, pero opiniones ilustradas (fundadas y contrastables) en vez de dicta (dichos o dictámenes) arbitrarios o charlas no susceptibles de contrastación o prueba. Los enunciados referentes a la experiencia inmediata no son esencialmente incorregibles, pero rara vez resultan dignos de duda: aunque son también conjeturas, en la práctica los manejamos como sí fueran certezas. Precisamente por esa razón, se convierten en científicamente irrelevantes: si puede manejarlos suficiente el sentido común, ¿por qué apelar a la ciencia? Esta es la razón por la cual no existe una ciencia de la digitación de textos ni de la conducción de automóviles.
Los enunciados que se refieren a algo más que la experiencia inmediata son dudosos y, por tanto, vale la pena someterlos varias veces a contrastación y darles un fundamento. Pero en la ciencia la duda es mucho mas creadora que paralizadora: la duda estimula la investigación, la búsqueda de ideas que den razón de los hechos de un modo cada vez más adecuado.
Las opiniones científicas son racionales y objetivas como las del sano sentido común, pero mucho más que ellas. ¿Y qué es entonces lo que da a la ciencia su superioridad sobre el conocimiento común? No ciertamente la sustancia o tema, puesto que un mismo objeto puede ser considerado de modo no científico, o hasta científico, y según el espíritu de la ciencia.

Sí la "sustancia" (objeto) no puede ser lo distintivo de toda ciencia, entonces tienen que serlo la "forma" (procedimiento) y el objetivo: la peculiaridad de la ciencia tiene que consistir en el modo como opera para alcanzar algún objetivo determinado, o sea, en el método científico y en la finalidad para la cual se aplica dicho método. El enfoque científico está constituido, pues, por el método científico y por el objetivo de la ciencia.

El sentido común es la “metafísica de la edad de piedra” que debe rechazarse como la teoría falsa de nuestros primitivos ancestros. Contra tales eliminativistas acerca del sentido común, se plantea que la ciencia conserva y explica la experiencia del mundo dada por el sentido común. Aunque la ciencia puede llevar a la superación de creencias profundamente arraigadas, el sentido común refleja un nivel de experiencia más básico y duradero. Las creencias del sentido común son creencias bien confirmadas que se justifican por su papel en la acción práctica exitosa de la vida diaria. El sentido común otorga una base sólida sobre la cual establecer el enfoque realista a la ciencia.

El sentido común genera un cuerpo de creencias acerca de los objetos en nuestro ambiente, de la naturaleza de nuestras interacciones con estos objetos, y de los medios por los que podemos adquirir conocimiento de tales cosas. En su conjunto, podemos asumir que este cuerpo de creencias es verdadero. Esto no se debe a que las creencias del sentido común tengan garantizada de cualquier modo su verdad. Como todas las creencias, ellas son falibles, sin embargo, tienen una fuerte presunción “prima facie” a su favor. El sentido común tiene una pretensión a priori sobre nuestra creencia. Las creencias basadas en el sentido común ocupan un lugar central en nuestro sistema de creencias. Como tales, ellas sólo serán rechazadas después de que las creencias menos esenciales hayan sido consideradas para su rechazo. Dado su estatus privilegiado, cualquier reto al sentido común se hace con sospecha. Cualquiera de esos retos enfrenta una batalla cuesta arriba, pues sabemos de antemano que probablemente está equivocado.

La ciencia descubre la verdad acerca del mundo que existe independientemente, en el cual nos encontramos nosotros mismos. Comienza desde el sentido común, el cual incorpora una visión realista de los objetos de la experiencia cotidiana. En ocasiones, entra en conflicto con el sentido común, sin embargo, la ciencia no conduce a la eliminación del sentido común, antes bien, explica por qué los objetos del sentido común aparecen del modo que lo hacen; explica por qué en algunos casos es errónea la apariencia de las cosas que da el sentido común. Pero el realismo del sentido común permanece como la base para nuestra constante interacción con el mundo. Si se tiene en cuenta el sentido común, el realismo científico es la posición más natural a la hora de adoptar una interpretación de la investigación científica en el mundo que nos rodea2.


1Nagel, Ernest. La estructura de la ciencia. Problemas de la lógica de la investigación científica. Paidós (Paidós Studio / Básica), Barcelona, 1981. (pp. 15-26).
2Sankey, Howard. Ciencia, sentido común y realidad. “Science, Common sense and reality. Discusiones Filosóficas. Año 11 Nº 16, enero – junio, 2010. pp. 41 – 58.